Desde el año 2014 en que se inició la investigación, se ha estado desarrollando este tratamiento que convierte al Hospital Universitario del Tajo junto con la Universidad Politécnica, en referentes de los tratamientos contra la fibromialgia.
A través de la Estimulación Magnética Transcraneal de baja intensidad, con 4 o 6 sesiones de 20 minutos de duración, a razón de una a la semana, se consigue de forma indolora y no invasiva la mejoría en los diferentes parámetros de la sintomatología de los pacientes, como son el dolor de cabeza, la dificultad de conciliar el sueño, y la fatiga.
El tratamiento, con éxito en el 60 % de los pacientes y que consigue reducir, e incluso en algunos casos eliminar la medicación, consiste en la aplicación de la TMS mediante un gorro dotado de electrodos. Las sesiones se realizan dentro de una jaula de Faraday, entendido como un recinto con un campo electromagnético que anula el efecto de los campos externos (como puede ser la radiación de los móviles). Así, la TMS aplicada consigue en el cerebro del paciente el efecto deseado, que le permite disminuir los síntomas propios de la fibromialgia: Dolor muscular, cansancio, problemas de conciliación del sueño, concentración y fatiga crónica.
Un tratamiento humanizado
La fibromialgia es una enfermedad de clara predominancia en el sexo femenino en una relación de 9 a 1. La edad de aparición más frecuente se sitúa entre los 40 y 50 años y supone entre el 2 y el 6 % de los pacientes atendidos en Atención Primaria.
El tratamiento TMS es asistido en todo momento por personal sanitario que, al mismo tiempo, da pautas al paciente para empoderarlo -paciente informado de su enfermedad del proceso y capaz de tomar decisiones- y así no crear en él dependencia del tratamiento. Si bien a los seis meses o un año es necesario hacer una sesión de recordatorio de la TMS.
Este empoderamiento del paciente es una más de las claves del éxito, que le hace sentirse más seguro frente a esta enfermedad silenciosa, que no reviste síntomas específicos y cuyo diagnóstico siempre es clínico, al no existir exploraciones complementarias, pruebas de imagen, analíticas o biopsias que permitan detectar la enfermedad.
Para evitar la sensación de agobio y/o claustrofobia que puedan presentar algunos pacientes durante las sesiones dentro de la jaula de Faraday, la cortina que cubre la jaula se puede eliminar para dotar de mayor sensación de amplitud. La sala ha sido decorada con elementos del paisaje, que den una sensación de profundidad y tranquilidad al paciente durante las sesiones. Estos elementos externos, el empoderamiento del paciente, junto con la efectividad del tratamiento, consiguen, en ocasiones, que este se duerma durante la terapia, teniendo en cuenta que uno de los síntomas de la enfermedad es la dificultad para conciliar el sueño.
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